Estimados escritores, les recuerdo a todos con
cariño. Me tomé unas pequeñísimas vacaciones, muy merecidas y muy bien
disfrutadas. Compartí con muchos amigos y logré desconectarme completamente de
las preocupaciones de mi nueva aventura y regresé con un espíritu renovado. El “pero”
nunca falta, especialmente con personas como yo que sobre-analizamos todo.'
Yo crecí sola y a medida que me fui haciendo
adulta, especialmente luego que falleció mi mamá, empecé a acercarme a otras
partes de mi familia, incluso llegué a pensar mudarme fuera de la ciudad para
estar más cerca de familiares. Antes de tomar esa decisión pedí dirección a
varios amigos y me marcó mucho algo que me dijo una amiga: Tú estás poniendo
tus expectativas de compañía y tus aspiraciones familiares en manos de personas
que SI son tu familia pero que no te conocen de cerca, ¿ellos saben de tus
aspiraciones de acercarte a ellos y de mudarte en su ciudad para estar más
cerca de ellos?
Hacerme esa pregunta a mí misma me asombró
tanto que ese mismo fin de semana viajé a la ciudad de mi familia y en una
conversación les pregunté: Me quiero mudar para acá el año que viene, vengo a
probar suerte, a estar más cerca de ustedes ¿Cómo lo ven? Y hubo un silencio.
Eventualmente el silencio terminó y me hicieron saber que me apoyaban, pero el
silencio fue más elocuente. No me sentí mal, ni los culpo, es más, me alegré, pero
desde esa fecha empecé a tratar de no poner mis expectativas de felicidad en
otras personas sin que ellos supieran. Imagínense que yo me mudo y me aparezco
con mi bulto… ¿Qué tenemo’? .... me decepciono y puedo tomar el papel de la
víctima: Vine para acá y mi familia no me hace coro, pero…. ¿Y a usted quien le
dijo que viniera? No es lo mismo ir a un sitio de vacaciones que mudarse y todo
el mundo tiene sus responsabilidades diarias y su forma de pensar, su presupuesto y ver las
cosas, entonces si voy a tomar una decisión contando con el tiempo y la vida de
los demás, lo menos que puedo hacer es consultarles: Este es mi plan ¿Cuento
contigo?
Soy una persona que cuando hago una relación,
ya sea de amistad, familiar o de amor, yo me entrego y cuando me piden ayuda
trato de poner todo mi esfuerzo en complacer a las personas, a medida que mi
vida ha ido avanzando, dolorosamente he tenido que ir disminuyendo esa entrega
producto de las decepciones. Al final de mis vacaciones Yo esperaba que unos
amigos me respondieran de una forma y al ver que no lo hicieron, especialmente
después de todo lo que compartimos, me decepcioné mucho, pero ya al momento de
llegar a casa, pensé: ¿por qué sigo poniendo los resultados de mis planes en
manos de otras personas? ¡Tropezar con la misma piedra!
La expectativa es la madre de todas las
decepciones. Está muy bien que yo decida entregar menos de mi e invertir esa
energía en mi misma, pero está mal que decida entregar menos de mi producto de
una decepción porque cuando te decepcionas es porque pusiste esperanzas bajo la
responsabilidad de otras personas y probablemente esas personas nunca
estuvieron informadas de lo que esperabas de ella.
Me pregunto: ¿Será por eso que terminan tantos
matrimonios? Las personas se unen y esperan cosas uno del otro, pero nunca se
lo comunican, entonces ahí viene la decepción y luego de muchos años no se
acuerdan ni porqué se casaron ni porqué se separaron. Pero eso no aplica solo al
amor. También si usted va a salir con amigos y no tiene dinero, si realmente son amigos debe existir la confianza de decir: No tengo dinero, cuento contigo?
Una vez salí con un hombre extranjero y me
confesó que terminó su anterior relación porque su novia engordó y él no les
gustan las mujeres gordas. Él tiene derecho a tener sus gustos, aunque suene
feo lo que me dijo, es válido porque es su pensar, pero tal vez él nunca le
comunicó su malestar a su pareja. Al final lo nuestro no resultó porque él era
muy chiquito de estatura… pero yo SI se lo hice saber! Ven? Esa es la
diferencia. Analicemos en manos de quien ponemos el éxito de nuestros planes y
nuestra felicidad, si no es en tus propias manos…. FAIL!
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